¡Alirón, alirón, el Athletic es campeón!

Villa de Bilbao. Gran Vía. Palacio de la Diputación Foral de Bizkaia. Siete en punto de la mañana. Unos turistas recién aterrizados en autobús se mezclan con algunos supervivientes de una noche de copas. A estas horas, Bilbao, que para eso es Bilbao y puede ser lo que quiera, no se parece en nada a su fundador: Diego López de Haro. Bilbao ahora mismo lleva por título una película de Garci: Solos en la madrugada.

Suena el móvil. “Lo siento, nosotros estamos a 15 kilómetros de Bilbao y tenemos prohibido recoger a clientes allí”. Alguien se ha equivocado de número de teléfono y esta vez no he sido yo. Soy otro chimpancé con móvil que busca una parada de taxis en Google Maps. Nos toca correr a mi amigo Pedro y a mí si no queremos perder el avión. La banda sonora la pone Antonio Flores: ¡Oh, oh, Gran Vía… llevas aquí casi toda la vida…!

La ciudad de la industria, de la burguesía con sombreros de copa, del humo de las chimeneas, de Horacio Echevarrieta, del siglo XIX, del Banco Bilbao y del Bizkaia; la ciudad del Teatro Arriaga, del hotel Carlton, de Napoleón y del general Zumalacárregui; del Barrio de Deusto, de los jesuitas y de los carlistas; del Tilo del Arenal donde Unamuno escribía sonetos de amor a Concha Lizárraga y al que Blas de Otero le cantaba con sus versos. Sestao, la Ría del Nervión y los astilleros desaparecidos, la Plaza Nueva, el Casco Viejo, los pintxos y las Siete Calles, el Mercado de la Ribera y la estación de la Concordia, la Catedral de Santiago de Bilbao, la Catedral de San Mamés y el Athletic de Bilbao

Bilbao es todo eso y mucho más. Lo mejor del viaje, de Bilbao, es la amabilidad, amistad, respeto, saber estar, humildad, elegancia, esfuerzo, valentía y energía de la familia que nos ha invitado a pasar un fin de semana en esta ciudad, una parada más del Camino de Santiago. Allí, en una de sus etapas, acompañado por mis fieles escuderos Diego y Pedro, conocimos a uno de los miembros de la familia. “Cuando juegue el Almería en Bilbao, os puedo conseguir entradas para a verlo en San Mamés”. Dicho y hecho. Uno, que siempre ha admirado la belleza de ese pedazo de obra de arte que ha diseñado César Azcárate llamada San Mamés -un estadio coqueto, elegante como la ciudad que lo acoge-, no se lo pensó mucho y en Bilbao se plantó.

Ser del Athletic no es ser de un equipo cualquiera, ser del Athletic es profesar una religión. Y, como en toda religión, hay unos ritos que respetar: la camiseta, la bufanda, los cánticos en la calle Poza… A ser del Athletic te enseña tu abuelo cuando eres un niño de apenas un año al que te han puesto la camiseta y sonríes cuando suena el himno. Cuando todavía no sabes hablar, tan sólo balbuceas papá, mamá y … Athletic.

Cientos de niños sueñan en Lezama con jugar en San Mamés. Miles y miles de niños lo han intentado, lo intentan y lo seguirán intentado, pero sólo llega uno. Con tan sólo 14 años, uno de esos niños tuvo que dejar su casa, a sus padres e irse a vivir a Bilbao con una familia. Hoy el niño ha crecido y ya es un hombre que se ha convertido en el portero titular del Athletic y de la Selección Española. Unai Simón es admirado por lo que hace en el césped y querido por su forma de ser cuando está fuera del césped. Detrás de eso hay mucho esfuerzo, disciplina, constancia, entusiasmo, energía, una familia que te apoya y te enseña unos valores, momentos duros e imagino que, como todo en la vida, también algo de suerte. Su nombre, Unai, significa en vasco, “el que cuida las vacas”, “pastor de ganado”, “el primogénito”. Parece que ya estaba destinado a ser “el que cuida a los leones de San Mamés”.

Arenal de Bilbao. Siete y veinte de la mañana. Dire Straits nos da la bienvenida en el taxi y eso es muy buen augurio. El taxista, muy amable y educado, nos cuenta que él también hizo el Camino de Santiago con su novia en el 94. La Magia del Camino continúa mientras dejamos Bilbao con destino al aeropuerto. Le decimos que hemos visto el partido en el mejor sitio de San Mamés y, sobre todo, con los mejores anfitriones. Es ahí cuando nos suelta: “¿Vosotros sabéis de dónde proviene la palabra alirón, cantar el alirón?” No hizo falta responderle que no, que no teníamos ni idea, para que nos contase que cuando vinieron los ingleses a trabajar a las minas de hierro en el siglo XIX a Vizcaya, en el momento en que encontraban una veta de hierro, el capataz colgaba un cartel en la puerta de la mina con las siguientes letras en inglés: “All iron” (todo hierro). Era la forma de certificar que era hierro puro, sin mezcla, lo que significaba para esos trabajares que ese día cobraban el doble y lo celebraban cantando “All Iron”. Los oriundos, que no sabían inglés, lo festejaban cantando “Alirón”.

Volveré a Bilbao, volveré a tomar pintxos y a la terraza del Gran Hotel Domine viendo el Guggenheim. Volveré a visitar a esta familia maravillosa. Sí, volveré a San Mamés, esta vez acompañado de mi bufanda de la abuela del Athletic. Sí, esta vez sí, para cantar eso de “¡Alirón, Alirón, el Athletic es campeón!”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *