Las elecciones del pasado 23 de julio lo han dejado claro: mientras el PP y VOX concurran en listas separadas, no hay nada que hacer. VOX se ha convertido, a día de hoy, en la mayor garantía para que Pedro Sánchez siga gobernando con los mismos socios con los que lo ha hecho hasta ahora: Bildu, la Esquerra, Puigdemont… Lo que se dice un gobierno brillante. Ni más ni menos.
Pedro Sánchez ha demostrado con creces y en sobradas ocasiones que tiene un proyecto muy claro: ser presidente del gobierno a toda costa. Es hábil e inteligente, juega muy bien sus cartas y resiste de manera excepcional en todos los frentes. Es un gran alumno de Maquiavelo al que le acompaña un físico que agrada, una verborrea insustancial pero muy efectista plagada de feminismo, socialismo y progresismo y una lección muy bien aprendida: PP y VOX son lo mismo. VOX es el fascismo, y el PP su socio. Ahí están los resultados: casi con toda seguridad y salvo sorpresa de última hora, será de nuevo presidente.
VOX, a pesar de esas declaraciones grandilocuentes, infantiles y lunáticas de muchos de los que forman parte del mismo, no es un partido fascista. Un mínimo de rigor histórico es suficiente para comprobarlo. Pero el mensaje llega; y llega muy bien.
La cuestión es sencilla y Pedro Sánchez lo sabe muy bien: si VOX y el PP siguen concurriendo a las elecciones por separado, aunque él no gane las elecciones seguirá siendo presidente. El PP no tiene alianzas suficientes y el PSOE sí. Da igual que esos socios sean los mismos que hayan dado un golpe de Estado en Cataluña o esos con los que él no podría dormir si fuese presidente. Da igual también que ese socio se llame Bildu-“Si estoy diciendo que con Bildu no vamos a pactar. Si quiere lo digo cinco veces o veinte en la entrevista”, Pedro Sánchez dixit-.
Si se da un golpe de Estado en Cataluña, nuestro presidente indulta a los golpistas. Si hay que derogar la sedición, nuestro presidente deroga la sedición. Si hay que conseguir el apoyo de Bildu a los presupuestos, nuestro presidente, a cambio, pacta una ley infame con Bildu de lo que llaman ellos memoria histórica. Al fin y al cabo, Pedro Sánchez nunca miente, él se limita a cambiar de opinión. Y cambiando y cambiando, que es gerundio, él sigue durmiendo en La Moncloa.
Con este panorama tan alentador, ver al PP celebrando en el balcón de Génova la “victoria” es demasiado ridículo. La política no es para niños, para eso están las guarderías. A la política se viene llorado de casa y no tratando a la ciudadanía como adolescentes.
Churchill se equivocó muchísimas veces a lo largo de su carrera política, pero en sus peores momentos el pueblo inglés confió en él porque, a pesar de eso, siempre defendió con ahínco aquello en lo que creyó y dijo la verdad. Claro que, para defender algo, hay que creer en ello y no limitarte a leer la partitura que un asesor de tu partido te ha entregado.
El PP tiene un problema: Vox es garantía de continuidad de Sánchez y éste lo sabe y lo va a explotar hasta sus últimas consecuencias. O nos ponemos a hacer política de verdad, o seguimos con juegos infantiles y tendremos muchos años más durmiendo a Pedro Sánchez en La Moncloa. Quien esté preparado, a dar la batalla; quien no, que se retire. Ese y no otro es el desafío tras la derrota.

